El demonio de las sombras es el segundo volumen de El Imperio de las Tormentas. La historia comienza un año después de los acontecimientos con los que finalizó el primer libro, y sigue las aventuras de la tripulación del Cazador de Krakens (antes denominado Gambito de Dama) y el entrenamiento de Red. ¿Lo comentamos, exploradores?
Sentimientos encontrados
Conforme avanzaba con la lectura, el libro me estaba encantando. No obstante, he de admitir que una vez finalizado me encontré con sentimientos encontrados pues, a la hora de la verdad, tengo la sensación de haber leído casi 500 páginas en las que suceden muy pocas cosas. El demonio de las sombras peca de encontrarse entre medio del inicio y el final de la saga, siendo una ante-sala hacia el desenlace. Sucede que mantiene un final mucho más abierto que el primer libro y los principales conflictos se han desarrollado de un modo que me convence solo a medias. Me resulta complicado puntuarlo ya que depende mucho de cómo Jon Skovron finiquite las tramas que se han quedado abiertas.
Seguimos dos hilos argumentales principales: Hope y su tripulación asaltando los navíos del imperio bajo el nombre de Bane el osado (mi lado feminista no se permite estar de acuerdo con este título para la joven guerrera), en lo que acaba siendo la búsqueda de la propia identidad de la joven capitana. Por otro lado, seguimos el «entrenamiento» de Red por los biomantes; así entre comillas, pues de dicho entrenamiento vemos sumamente poco y esta trama se centra más bien en la estancia de Red (ahora el nuevo señor Pastinas) en palacio, una trama que me ha gustado más de lo que me esperaba. Los dos hilos argumentales le sirven al autor principalmente para seguir desarrollando a sus dos personajes principales. Fuera de esto, la novela se limita a incrementar la tensión e introducir la cultura de los vecinos de El Imperio de las Tormentas: Aukbontar.
Sabe a poco
La mayor virtud de esta novela es la misma de la que goza su primera parte: los personajes. Especialmente bien perfilados y realmente interesantes. Ya en la reseña anterior os hablé bastante de los dos protagonistas (Hope y Red), pero en este segundo libro quiero destacar a Ortigas y, especialmente, Brigga Lin y Jilly (Abejita). Me ha gustado mucho ver que los personajes secundarios tienen sus propias tramas y evolucionan casi tanto como los dos principales. De estos no se nos ofrecen tantas páginas de reflexión como en el caso de Hope y Red y puede que ese sea su encanto: vemos su desarrollo mediante sus acciones y diálogos y, en este apartado, el libro hace un trabajo muy notable.
El demonio de las sombras tiene mucha menos acción que El Imperio de las Tormentas, lo cual en un principio me parecía positivo ya que disfruto más de las escenas de tensión o los diálogos que de las batallas. No obstante, me queda la sensación de que el libro tiene poca «chicha» para la cantidad de páginas (que, sin ser excesivamente largo, no dejan de ser 490). Esto no provoca que se haga largo o pesado, ¡todo lo contrario! Siento que me sabe a poco, que habría estado bien alargarlo un poco más o quizás haber dado menos espacio al desarrollo de los personajes en favor de la acción principal de la trilogía: que es la revolución. Sé que es algo contraproducente que diga esto, especialmente debido a que los personajes son lo que más me gusta de esta historia, pero, por ejemplo, en el caso de Hope nos pasamos el libro viajando con ella en busca de su propia identidad, solo para sufrir un gran retroceso en el final del relato.
Nuevos personajes y algunas muertes
El cambio de Hope es parte de lo que me deja con sentimientos encontrados, pero me gusta mucho su dinámica con el resto de la tripulación y, como ya dije en Goodreads, realmente me alegro de haberla visto sonreír, y he disfrutado muchísimo de sus diálogos con Sadie la cabra. Por otro lado, la solución que se da para el conflicto de Red me resulta algo insulsa… y siento que es un tema al que se le podría haber sacado mucho más jugo (por no hablar de que es realmente predecible).
Pero a la vez el libro nos ha ofrecido unos cuantos personajes nuevos, entre los cuales destaco a la emperatriz Pysetcha (madre del imperio), Nea (representante de Aukbontar) y, sobre todo, Merivale Hempist (de la cual prefiero no rebelar nada). Estos tres personajes son lo que ha hecho interesante la trama palaciega de Red, pues la dinámica que tienen con el joven es realmente entretenida y divertida; también se abren ciertas preguntas que no se terminan de resolver.
Han habido dos muertes que he sentido como una patada en el estómago. Una por ser inesperada y la otra por tratarse de un personaje que me gusta mucho y he sentido algo desplazado en este libro. Pero traen consigo consecuencias que prometen mucho y, a fin de cuentas, el que me hayan dolido es en realidad buena señal. Jon sabe cómo hacernos sufrir.
Una continuación correcta que, sin embargo, sabe a poco. Opino que baja un poco el nivel con respecto al primer libro ya que ha tenido ese par de detalles que no me han terminado de convencer. La narración sigue siendo característica y los personajes (tanto principales como secundarios) evolucionan (en su mayoría) de forma satisfactoria. El libro resulta más predecible que el primero y esto le resta bastante incertidumbre, pero no interfiere en su disfrute. Si te gustó El Imperio de las Tormentas, sin duda te gustará El demonio de las sombras.