«Devuelve tu osadía
a esos lejanos días
en que te envolvías
en tus manos frías.»
©Jonathan Naharro
Tipo: poesía
Escrito en: 2017
Imagen sacada de Pixabay
No debes quererme, sabes que es verdad.
Yo no debería dejarme llevar.
Devuelve tu osadía a esos lejanos días
en que te envolvías en tus manos frías.
Olvida nuestro encuentro, también aquel desliz.
Olvida cada cuento que hiciste de mí.
Prosigue tu sendero y no vuelvas de nuevo
a ese lugar perdido entre nuestros versos.
Y te encuentro paseando, agachando la cabeza.
Luego paso por tu lado y sin más me doy la vuelta
para verte sorteando si girarte o no girarte.
Y después yo, por si acaso, no me marcho
y me siento a esperarte.
Mis recuerdos se marchan directos
al lugar que, instantes antes, dimos por silencio.
Yo no entiendo esta encrucijada
y ahora me baña un nuevo rayo de esperanza.
Al tiempo que mi Aleph se va muriendo
voy a tu ventana mientras te encuentre durmiendo.
Y mil latidos surgen de mi pecho para ir escribiendo
una nueva balada que no tenga miedo.
Quieres conocerme de principio a fin,
saber qué me hiere, qué me hace reír.
No dejes que mis penas, de espinas que envenenan,
tiñan tus pupilas de una luna nueva.
Y de nuevo paseando, tú agachando la cabeza.
Luego paso por tu lado y me giro y te reclamo,
no te vayas, te lo ruego, que sigo esperándote.
Tú sonríes y despierto de este sueño
que está buscándote.
Mis recuerdos se marchan directos
al lugar que, instantes antes, dimos por silencio.
Yo no entiendo esta encrucijada
y ahora me baña un nuevo rayo de esperanza.
Al tiempo que mi Aleph se va muriendo
voy a tu ventana mientras te encuentre durmiendo.
Y mil latidos surgen de mi pecho para ir escribiendo
una nueva balada que no tenga miedo.
Quiero conocerte de principio a fin;
también quiero quererte, sentirte junto a mí.