Las hijas de Tara la primera aventura de ciencia-ficción de Laura Gallego y, a su vez, una historia que no es únicamente suya: era un proyecto para una película de animación de la cual Laura debía escribir el guión. El libro fue publicado en 2002 en la colección Gran Angular de SM y en la actualidad Minotauro ha lanzado una reedición revisada por la mismísima Laura. La excusa perfecta para releerlo y venir a reseñarlo.
La mercenaria, la guerrera y el biobot
En medio de dos mundos en guerra (Mannawinard, la enorme selva territorio de la diosa Tara, y las Dumas, grandes ciudades territorio de lo artificial), Kim, una mercenaria de la reconocida organicación Ojo de la Noche, entra por encargo en los almacenes de la megacorporación Nemetech para robar un biobot. Obligada a huir de las dumas con el robot a cuestas, se topará en los Páramos con Keyko, una guerrera de la Orden de las hijas de Tara. Kim y Keyko deberán unir sus fuerzas para sobrevivir en los Páramos y cumplir, cada una, su misión personal: la mercenaria debe entregar el biobot a Donna, la mujer que dirige su organización; y la guerrera debe entregar un importante mensaje a la gran sacerdotisa Kea, que se oculta en el corazón de Mannawinard. Mientras, se desarrollan diversas sub-tramas que giran alrededor del biobot por el cual Kim se juega la vida, que parece ser una pieza importante en la batalla que se avecina.
Las hijas de Tara es uno de los libros más interesantes de Laura Gallego. Destaca ya de entrada por atreverse con la ciencia-ficción. Eso sí, mezclado con fantasía, por lo que incluso en esta ocasión nos encontramos con un libro muy característico de Laura Gallego: personajes jóvenes, acción, romance, un buen clímax y una narración ligera.
Una ambientación reseñable
Quizás lo más destacado de esta novela sea su ambientación. Por un lado tenemos las dumas, las grandes ciudades de altas torres en el Centro, lugar donde se hallan los edificios de las megacorporaciones que deciden los destinos de las dumas, y las viviendas de sus directivos. En el Círculo Medio encontramos casas familiares donde residen los empleados, y el Círculo Exterior es territorio de gente marginal: mercenarios, ladrones, prostitutas y mutantes (humanos afectados por la radiación o fruto de los experimentos de las megacorporaciones).
Los Páramos son el territorio que separa las dumas del mundo natural. Son terrenos agrietados y contaminados donde no puede crecer nada vivo. Aquí residen los mutantes que han decidido huir de las dumas y los Ruadh, salvajes que protegen el mundo natural de los ataques urbanitas (habitantes de las dumas). Por su lado, la enorme selva que representa Mannawinard se nos describe como una exageración de la naturaleza: con árboles y plantas enormes e incontables especies de animales. Aquí residen además pueblos humanos, se venera a la diosa Tara y se practica la magia. A lo largo de la lectura, nos encontramos con pasajes descritos de forma sencilla y muy visual.
Personajes dispares
Algo muy bien conseguido en este libro es la dualidad entre Kim y Keyko, a través de las cuales vemos la diferencia entre la sociedad de cada bando. En un principio, no se llevan bien y desconfían la una de la otra, aunque se ven obligadas a cooperar para sobrevivir en los Páramos. Kim es una mercenaria experta con ciertos implantes que implican más fuerza en algunas zonas del cuerpo, visión de prismáticos y un rayo láser. Keyko, por su parte, ha sido entrenada por los espíritus de las montañas y es una guerrera experta, además de usar la magia rúnica. Kim siente una aversión casi irracional por la magia y un terror infinito a Mannawinard, mientras que Keyko sueña con ver el gran bosque, pues siempre vivió en el templo de Las hijas de Tara, situado en las montañas, y le escandaliza la manía de los urbanitas de jugar a ser dioses (con respecto a los experimentos genéticos y la creación de la robótica). Si os soy sincero, mientras que Keyko me cayó bastante bien, Kim me exasperaba en todo momento: es una tía realmente antipática.
También debo hacer una mención especial para Adam, el biobot. Cabe destacar que no se trata de un robot biónico como su nombre parece indicar, sino de una gama de robots inteligentes con la capacidad de auto-desarrollarse utilizando cualquier tipo de material disponible. Pero además, Adam parece tener personalidad propia y, mientras que cualquier aparato electrónico deja de funcionar cuando se aleja de una duma, él no lo hace. Es un personaje curioso y muy encantador. También destaca Semira, una Ruadh que se cruzará en el camino de Kim y Keyko; y Chris, un hacker conocido de Kim. Cabe mencionar que el origen de Chris es el mismo que el de Kirtash de Memorias de Idhún: son el mismo personaje en historias distintas.
Tramas bien hiladas
Este libro, como todos los de Laura Gallego, está plagado de tópicos (unos mejor utilizados que otros, eso sí) y giros inesperados. También destaca la meticulosidad en la construcción de sus tramas. Es cierto que cuando le encargaron el guión a Laura la productora ya tenía una idea aproximada de la historia, y ella se dedicó a darle forma y justificar las cosas que la productora quería incluir. Pero también es cierto que la habilidad de hilar las tramas correctamente es algo que Laura Gallego controla y demuestra en todos sus libros. También se notan las horas y horas invertidas en la construcción de la civilización de las dumas, Mannawinard o los Páramos. Además, en este libro se tocan muchos de los temas más sugerentes de la ciencia-ficción como la genética y mutación, la robótica o las inteligencias artificiales.
La reedición
La primera vez que Las hijas de Tara fue publicado en la colección Gran Angular de SM, la portada era esta. Según Laura Gallego, resultó complicado ya que todas las portadas de la colección contienen fotos y no ilustraciones. Tiempo después, toparon con esta imagen mucho más acorde con el contenido del libro. Una edición sencilla sin solapas y una tipografía estrecha. Y así se quedó el libro hasta 2018. Yo me enteré hace tiempo en el foro de Laura Gallego (que ya no está activo) de que ella estaba trabajando en la revisión de Las hijas de Tara para una reedición. Y a la espera me quedé hasta que se anunció que Minotauro se encargaba de ello (al final, el libro salió tan próximo a El bestiario de Axlin que lo he comprado y releído meses más tarde).
La ilustración de la cubierta es obra de Gabriel Barbabianca y, aunque la anterior con la mano robótica sosteniendo la flor me sigue gustando mucho por su sencillez y significado, he de reconocer que «Gabi» ha hecho un trabajo fantástico para la nueva. La escena representada es muy significativa: cuando los protagonistas topan con una duma devastada por la llegada de la naturaleza. La combinación de colores y contrastes lo han convertido en un libro muy llamativo físicamente. Le ha sentado bien este lavado de cara y puede que esta vez consiga atrapar a más lectores, pues nunca fue uno de los libros más conocidos de la autora.
Un libro muy completo y ligero de leer. Una guerra titánica entre lo natural y lo artificial donde un grupo de personajes de distinta procedencia se toparán y descubrirán secretos que podrían determinar el futuro del mundo. Dos bandos bien definidos y una ambientación muy bien lograda, especialmente gracias a la construcción de pasajes realmente imaginativos y descritos de forma muy visual. Personajes muy distintos entre ellos con una marcada evolución. Las hijas de Tara es una lectura ágil, intensa y disfrutable que te invita a reflexionar.